Sensolenguaje

maría vélez
sensaciones corporales

Lenguaje sensorial, el lenguaje del sistema nervioso.

¿Cómo estás? Suele ser la primera pregunta al iniciar una conversación. La respuesta por lo general es “bien” o “muy bien”.

¿Qué hay detrás de esas respuestas? Son conceptos que abarcan muchos de tus estados, pero que pocas veces son capaces de describir todos los sentimientos que experimentas en ese momento; ni hablar de los cientos de pensamientos.

Sentir, sentidos, sentimientos son palabras que comparten una misma raíz etimológica y que se refieren a varios tipos y estados de conexiones corporales y mentales.

Puedes experimentar sensaciones corporales, vivir emociones y sentimientos; también percibes eventos que pueden suceder en el futuro, como sentir que lloverá en determinado momento o que hay algo “raro” en el ambiente.

Entonces qué hay detrás de todo esto que engloba “sentir”.

¿Qué partes de tu ser se encargan de recibir los estímulos y señales que se convierten en sensaciones, emociones y sentimientos? ¿Cómo se relacionan estas sensaciones, percepciones e interpretaciones con el mundo que se te muestra, te toca, te habla y te afecta?

Este circuito infinito de entradas y salidas de información está a cargo de una parte pequeña del sistema nervioso que se especializa en recibir toda la información interna y externa que caracteriza tu existencia.

Los órganos de recepción que se encuentran a lo largo de todo tu cuerpo cumplen con la función de percibir, son los sentidos externos los encargados de recibir los estímulos y señales, llevarlos en un viaje veloz a través de los caudales de los nervios sensoriales hacia las zonas del cerebro especializadas en descifrar, discriminar y programar respuestas de movimiento que viajan a su vez por los ríos de los nervios motores para ayudarte a relacionarte con el mundo externo. También existen órganos receptores especializados en recibir información interna, es decir, lo que sucede de tu piel hacia dentro, los sentidos internos se encargan de llevar noticias al cerebro para darte cuenta de tu relación con la gravedad, el espacio, peso, ritmo, velocidad y destreza para moverte en relación contigo misma y el resto del mundo.

Todo lo anterior describe de manera muy resumida la maravilla del diseño que tu sistema nervioso ha creado para permitirte relacionarte contigo misma, con los otros y con el mundo.

A esto le llamo mapeo. Puedes hacer un mapeo de ti misma, saber dónde inicias y dónde terminas; cuáles son las partes de cuerpo, tu frente, atrás, arriba y abajo; sentir el óptimo estado de tu cuerpo; cuando estás incómoda o en dolor.

También está el mapeo de lo externo: puedes orientarte en el espacio, reconocer el peligro y la seguridad, relacionarte con personas y grupos, expresarte de manera distintiva en cada ocasión y con cada persona.

Habiendo leído todo esto, regresemos a la pregunta “¿cómo estás?”. ¿Qué contestarías ahora?

Es aquí donde te invito a usar el lenguaje sensorial, o como a me gusta llamarlo: sensolenguaje, que consiste en regresar al idioma del sistema nervioso para describir tus sentimientos, tu presencia; este es el camino hacia la autenticidad gestionada.

Tus estados varían a lo largo del día en una gama muy diversa, desde el cansancio hacia la energetización, de la alerta al reposo, de la calma al caos, etc. Lo importante es saber reconocerlos y poder describirlos desde las sensaciones y no desde los términos aprendidos que interpretan un juicio.

La invitación es reconocer lo que siente el cuerpo. Este sensolenguaje carece de juicio, no existen las díadas bueno-malo, correcto-incorrecto; no es limitante. El cuerpo siente espacio, apretado, cálido, suave, irritante, deslizante, etc. Este tipo de descripciones está acompañada de la experiencia vivida en algún momento de la vida; la descripción sensorial regresa en la memoria o crea caminos neuronales nuevos que refuerzan, inhiben o estimulan respuestas relacionales.

Al reconocer estos estados sensoriales permites que el sistema nervioso se oriente todas las veces que sea necesaria dentro de ti misma y hacia el exterior para gestionar los estados emocionales y las respuestas de pensamiento sobre el “momento que acontece”; para ofrecerte la oportunidad de establecer nuevos patrones para tus respuestas, regular tu sistema nervioso, permitir que el “ tono de tu presencia” sea el más funcional para ti y para lo que necesita el exterior de ti, así como expresarte de manera más asertiva.

En resumen, regresar al sensolenguaje es brindarte apoyo y sostén en la calidad y cantidad de información que entra por tus ventanas de percepción, y proporcional a la calidad, cantidad de energía y respuesta que le toma a tu sistema nervioso para gestionar tu presencia en el mundo de manera suave y sin esfuerzo.

María Vélez.