Redescubrir el movimiento: entre hábitos adquiridos y patrones orgánicos

En Educación Somática, aprendemos a escuchar lo que el cuerpo dice cuando dejamos de imponerle lo que debe hacer. Porque no todo movimiento es libre. Muchos de nuestros gestos cotidianos —una postura encorvada, una respiración apretada, una forma de relacionarnos sin presencia— son patrones que aprendimos para sobrevivir, no para vivir plenamente. Son respuestas inteligentes a contextos pasados, pero que, repetidas sin conciencia, se vuelven cárceles sutiles: automatismos que habitan la musculatura, la respiración, la emoción.
Sin embargo, más allá de esos hábitos adquiridos, existe un mapa profundo de movimientos originales, inscritos en nuestra biología desde antes de nacer. Desde la fecundación hasta el primer paso, nuestro sistema nervioso atraviesa una secuencia exquisita de patrones neurológicos básicos: reflejos, respuestas tónicas, movimientos rítmicos que organizan nuestro eje, afinan el equilibrio y nos enseñan a coordinar cuerpo, mente y entorno. Este proceso —que la neurociencia del desarrollo motor estudia con creciente fascinación— es una coreografía de sabiduría celular que aún vive en nosotros.
Volver a esos movimientos es despertar la memoria del cuerpo. En Librería Somática ofrecemos prácticas que evocan estos patrones esenciales —como la respiración celular, la pulsación de los diafragmas o la estrella de mar que conecta centro y extremidades— para reorganizar el sistema nervioso desde adentro, sin forzarlo. Es un arte de afinar la percepción y permitir que el cuerpo recuerde cómo moverse con sentido, presencia y placer.
Reconocer ambos patrones (los mecánicos, y los orgánicos) es importante como parte de un recorrido muy personal de transformación y crecimiento.
Volver al origen del movimiento es, también, volver a casa.