La escucha del cuerpo en la menopausia

Brindar una perspectiva amplia, sensible y encarnada
La perimenopausia y la menopausia abarcan, en promedio, un periodo de unos diez años en la vida de una mujer. No es un instante ni una crisis puntual, sino una transición sostenida, un proceso de transformación que involucra todas las dimensiones del ser.
Desde la Educación Somática no ofrecemos fórmulas ni recetas para “pasar mejor” este tiempo. La esencia de nuestra práctica está en brindar una perspectiva amplia, sensible y encarnada que acompañe el proceso: una manera de volver a escucharte, de reconocerte y de moverte con la vida tal como se presenta.
Escuchar el cuerpo en la menopausia es acompañarse, atestiguarse, moverse y dejarse mover. Ante las emociones, los calores, poder observar y navegar las sensaciones sin etiquetar ni juzgar es una gran compañía. Poder gozar el soporte de múltiples inteligencias que habitan nuestros sistemas nos acompaña para transitar los cambios de otra manera. Poder vivirnos acuosas, bucear adentro, expresarnos, dejar que la sabiduría del cuerpo revele nuevos matices de nuestro ser.
Como dice Donna Farhi, “llevamos esta práctica más profundo, sintiendo, percibiendo y moviéndonos desde dimensiones más sutiles del cuerpo, como los órganos internos, las glándulas o la circulación de los fluidos. Empezamos a leer la acción del cuerpo y la mente, desarrollando una fluida inteligencia corporal.”
En este tiempo de cambios, la práctica somática se vuelve un territorio fértil para redescubrir esa inteligencia fluida. A través del autotoque, la respiración, la interocepción y el movimiento auténtico, despertamos circuitos de conexión que quizás habían quedado dormidos. Es un tiempo de oportunidad para poder conocernos más a profundidad.
La terapeuta Lara Heppell describe su proceso así: “Parte de mi sanación durante la perimenopausia ha consistido en desentrañar el condicionamiento de agradar y complacer, aprender a mantenerme en mi poder, a ser más depredadora y menos presa, a reconocer mis límites y a comunicarme de forma más directa.”
Las prácticas somáticas le permitieron reconectar con su yo animal natural, con su voz y con una autenticidad corporal que responde con claridad a lo que sí y a lo que no.
Esta etapa puede ser, entonces, una oportunidad para reconciliarse con la propia naturaleza. Como observaba Fedora Aberastury, los creadores de las disciplinas somáticas —especialmente los artistas— buscaron llegar a ser “intérpretes de sí mismos”. La interpretación como vía de conocimiento profundo del ser.
Fedora también nos invita a “vivir expectantes frente a cada momento, dejando que una conciencia reciba lo que nuestro razonamiento aún no discrimina frente al Acontecimiento en Movimiento.”
La escucha profunda requiere detener el hacer. Permitir que lo viejo se derrita, que lo sólido se vuelva vibrátil, que el cuerpo se abra al flujo de lo nuevo.
La energía —el Eros que nos habita— se transforma en una fuerza de renovación y deseo vital.
La práctica de sentir el cuerpo en la menopausia incluye a todos los sistemas, pero es también un momento ideal para acompañar el balance del sistema endocrino: reconocer dónde se ubican nuestras glándulas, comunicarlas entre sí, liberar tensión y despertar la vibración que las enlaza.
A través del sonido, el movimiento y el contacto, podemos nutrir esa red sutil que sostiene nuestra vitalidad.
La escucha del cuerpo en la menopausia no es una técnica: es una forma de recordar quién somos cuando dejamos de empujar y nos dejamos ser.