Yoga y sistema endocrino

ivana sejenovich

Mapas sutiles en nuestro canal central 

Sonido, sonido interno que no golpea, tejidos inteligentes dentro del   cuerpo, mapas de vórtices que se abren y se cierran, de pétalos que nacen  del fango. Nos vestimos de la más preciosa seda  para entrar en este viaje interior.  Llevamos de equipaje sólo la paciencia para la escucha  profunda, la confianza que da el reconocernos como seres luminosos y como guía, los mapas de  otros que ya han recorrido este camino

 

Las glándulas

Cuántas veces oímos hablar de las hormonas, de las glándulas, del sistema  endocrino, sin tener una imagen clara de lo que significa, cómo son, en qué  lugar de nuestro cuerpo habitan.. Confieso que fue mi caso durante muchos años, a pesar de conocer bien anatomía de huesos, articulaciones y músculos.

Finalmente en mi formación como educadora somática, aprendí a reconocerlas y sentirlas, a crear espacio para que puedan relacionarse equilibradamente entre sí, y manden sus mensajes inteligentes, regulando
el funcionamiento de todo el cuerpo.

Las glándulas endocrinas se distinguen de las exocrinas porque segregan sustancias (las famosas hormonas) que llevan información a través del torrente sanguíneo. Delicadas y poderosas, regulan el metabolismo y el equilibrio de energía, apoyando al sistema inmunológico. Asisten en la integración del crecimiento y desarrollo, y contribuyen a los procesos básicos de reproducción.

El protocolo que seguimos para vivenciar y balancear las glándulas en la  metodología de BodyMindMovement es primero ubicarlas; verlas en gráficos e identificarlas en el cuerpo, para luego despertarlas, a través de la  atención consciente, el contacto sutil o la vibración (con la propia voz o música). Una vez que las experimentamos, trabajamos en su alineación entre ellas, en un eje) y el balance (nivelar la actividad de las  glándulas entre sí. El siguiente paso es permitir su expresión (moverse  con el impulso de las glándulas, escribir, pintar o hacer posturas de Yoga) y  finalmente atestiguar (permitir que la glándula se comunique). 

Para esto nos valemos de exploraciones de movimiento, asanas, contacto  sutil y sonido. Abrimos espacios en el cuerpo para que las glándulas  recuperen su lugar y luego puedan ser un sostén delicado de nuestro  movimiento, ya sea al realizar posturas o en nuestra vida cotidiana. 

 

Los chakras 

Cuántas veces en Yoga oímos hablar de chakras, esas ruedas mágicas que  nos inspiran y fascinan. 

Lo cierto es que también estos centros son herméticos para nuestra  educación occidental, y se habla de ellos en clases de Yoga como una  realidad sobre la que se actúa, o a la que se puede despertar con prácticas  indirectas, visualizaciones, asanas, etc. Para entrar en este mundo de  nuestro cuerpo sutil,  encontramos en textos antiguos mapas que nos guían  con elementos, mantras, partes del cuerpo asociadas, colores, animales  específicos para cada chakra y dioses.  En su interpretación y desarrollo en  occidente, distintos textos y maestros han entrelazado este conocimiento  con la psicología y evolución del ser humano. 

Desde el trabajo corporal occidental se ha experimentado también con esta  energía. El trabajo con las glándulas es una puerta de acceso clara para la  vivencia de los chakras. Sólo llevando la atención hacia un lugar del cuerpo  y quedándonos ahí el tiempo suficiente, podemos sentir la energía  presente en ese centro, energía que nos puede mover en el espacio, con un fluir casi involuntario que nos renueva. 

Las glándulas se experimentan ligeras, delicadas, eléctricas. Los chakras se  encuentran en otro plano del ser, dentro del canal central. Los dos mapas  se entrelazan y nos acercan a un nuevo mundo dentro de nosotros mismos.  La práctica de Yoga gana en profundidad. 

La aventura es reconocer este conocimiento vivo que habita en tu ser, y  compartirlo en tu vida, tu práctica y enseñanza.