El holograma de nuestra personalidad y nuestro sentido de ser.

En nuestra vida cotidiana solemos hablar del sistema nervioso en términos de tensión o disfunción: “estoy nerviosa(o)”, “tuve un colapso nervioso”, “qué nervios”. Estas frases reflejan un aspecto real, pero limitado, de un sistema que en verdad es mucho más vasto y misterioso.
Desde la Educación Somática proponemos cambiar esa mirada reducida para reconocer al sistema nervioso en toda su riqueza: como el entramado vivo que nos sostiene, nos conecta y nos abre a la experiencia del mundo.
Una mirada más amplia
Los siguientes fragmentos provienen del Manual de Sistema Nervioso de Mark Taylor, maestro de nuestro programa El Placer de Habitar tu Sistema Nervioso:
*“En nuestra cultura, cuando nos referimos al sistema nervioso lo hacemos generalmente identificándolo en el contexto de una disfunción con frases tales como ‘estoy nervioso(a)’, ‘tener un colapso nervioso’, o ‘nerviosismo’.
Desafortunadamente no usamos la palabra ‘nervioso’ para describir al sistema en su estado funcional, cuando nos provee de manera fluida con respuestas físicas y emocionales a nuestro medio ambiente, auto-comprensión y sensación de integración, así como las cualidades de curiosidad, gozo, espontaneidad y creatividad.
Tendemos a olvidar que el sistema nervioso también incluye el placer de la fluidez, la comodidad y calidez del tejido graso que sostiene a las células cuyo trabajo es nutrir nuestras neuronas, así como el don de un estado de alerta reposado.
El sistema nervioso provee el misterio de la autoconciencia humana y el deseo de conexión con nosotros mismos, con otros, con el mundo natural y con la divinidad.”*
Este texto nos recuerda que el sistema nervioso no solo se activa en la urgencia o el estrés. También guarda la capacidad de sostener estados de calma, curiosidad, creatividad y gozo.
El cuerpo como lugar de encuentro
Cuando nos damos la oportunidad de estudiar y sentir nuestro sistema nervioso desde la experiencia corporal consciente, entramos en contacto con capas profundas de nuestro ser. Cada respuesta, cada hábito de tensión o apertura, habla de la manera en que hemos aprendido a estar en el mundo.
Desde ahí, la Educación Somática nos invita a explorar y refinar nuestra capacidad de:
- Movernos entre lo interno y lo externo.
- Sostenernos en la relación con nosotras mismas y con los demás.
- Equilibrar nuestro ser sensorial con nuestra acción en el mundo.
- Integrar la alerta protectora con la relajación nutritiva.
Un camino de integración
El sistema nervioso es, en muchos sentidos, un espejo vivo de quiénes somos: un holograma de nuestra personalidad y nuestro sentido de ser.
Aprender a escucharlo no significa corregirlo o forzarlo, sino reconocerlo en su totalidad: en su tensión y en su calma, en su miedo y en su gozo, en su necesidad de protección y en su deseo de conexión.
Este es el corazón de la Educación Somática: un camino que nos conduce a reconocernos con honestidad, habitarnos con sensibilidad y actuar en el mundo con autenticidad.